había un jilguero triste,
que dejó de cantar,
al quedarse sin alpiste,
y en su jaula los barrotes,
oxidados por el viento,
temblaban al compás,
del final de su tiempo,
después de tantas horas,
empezó a tener visiones,
poco a poco su mazmorra,
era un arca de ilusiones,
y el iluso en su tragedia,
comenzó a cantar canciones,
a su grito acudieron,
jilgueros de mil regiones,
la unión hizo la fuerza,
le sacaron de su prisión,
y el jilguero ahora vuela,
y siempre canta su canción,
les enseña a sus crías,
que nunca dejen de cantar,
pues fue la única razón,
por la que él pudo volar.
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