Se encienden las farolas,
y la niebla toca al suelo,
se erizan los gatos,
de apellido callejero,
un hombre que ha bebido,
ríe sentado en el suelo,
mientras mira a la luna,
y comparten su desvelo,
se escuchan los tacones,
de una mujer sin miedo,
que da vueltas a un bolso,
vacío y con dinero,
un joven que camina,
sin saber a donde ir,
con mirada pensativa,
sin pensar en porvenir,
un canalón viejo, gotea,
marcando un compás,
del tiempo que pelea,
contra el que dejo atrás,
el viento mueve las ramas,
de un viejo árbol con asma,
caen sus hojas sin ganas,
con un tono color fantasma,
una anciana que observa,
tras el cristal de su ventana,
y tras el cristal de sus ojos,
esconde el miedo al mañana,
el parque huérfano,
sin padres, sin niños,
su estanque sin peces,
sus bancos sin dueños,
y se apagan las farolas,
y la noche ya se ha ido,
todo vuelve a estar normal....
en la ciudad del olvido.
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