La añoranza persistía con cada gota de lluvia,
en las nubes de sus ojos no cabía mas tormento,
los suspiros eran viento
que cortaban el aliento,
sus manos tejían los días
con agujas de sufrimiento,
y yo,
observándola impasible,
haciéndole con índole
todas mis payasadas,
pasadas la horas caí dormido en esta alfombra,
y al despertar
solo estaba yo,
y vi que ella,
era mi sombra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario