Ayer es hoy todavía
y yo sin gafas de sol ,
camino arrastrando los pies
con la cabeza bien alta,
hago preguntas al azar,
a la calle barrida por el viento
que el tiempo erosiona,
a los secretos de las paredes
que pintados a spray
llevan susurros de luchas,
hago preguntas a las cucarachas
y les doy la vuelta
si están panza arriba,
igual que a los problemas...
¿Qué hago aquí tan solo?
si me esperan en casa las voces,
las oscuras voces de mi almohada,
la persiana temblorosa
y sus conciertos,
la llave peleona
o el paso tonto
que golpea al felpudo
picando a la puerta sin avisar,
¿Por qué no ir a los bares?
Si sus barras son confesionarios
y en los labios de sus fieles
rebosa el vino sagrado,
si tantos se consuelan
gritando sus secretos...
¿cuánto tiempo dura un día?
Si la botella es relativa,
medio llena o medio vacía
colma mi alma
de paréntesis temporales,
aborrece a mis miedos,
transformándolos
en lagunas de olvidos y risas,
en charcos de oro y ruinas,
en lágrimas invisibles
que barnizan nuestras miradas
para que su brillo
no caiga en la penumbra.
Mañana puede ser hoy,
y yo aquí con sol y sin gafas,
pero emborrachando cada instante,
con el placer de acompañar
a cada nuevo crepúsculo.